Los primeros sindicatos se crearon
en Europa Occidental y en EEUU a finales del siglo XVIII y principios del XIX,
como reacción ante el desarrollo del Capitalismo.
En Inglaterra aparecieron las
primeras asociaciones de este tipo, las cuales reunían a sastres y tejedores
que tenían como propósito fortalecer su posición frente a las grandes
industrias. Este exceso de oferta de mano de obra aumentó la dependencia de la
clase trabajadora. Para reducir esta dependencia se crearon los primeros
Sindicatos, sobre todo entre los artesanos, que veían amenazada su actividad
laboral, y que ya contaban con cierta tradición de unidad en los gremios.
Los primeros
historiadores sindicales concentraron su atención en las luchas sindicales y
los movimientos de protesta, desde un punto de vista esencialmente
"institucional": fundamentalmente una historia de los sindicatos y
los partidos políticos obreros.
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